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CUENTOS ARABES

CUENTOS ARABES

Un necio insultó a un prudente y éste guardó silencio.

- Es a Usted a quien me dirijo manifestó el necio. - Pero Ud., no merece que se le escuche – respondió el prudente.

Asimismo, el Príncipe Siddharta Buda, de Kapiavastu, poderoso del Clan ancestral de los Sakkyas, una vez que los Brahmanes le insultaban, se volvió hacia ellos y les dijo:

“Señores, si se os diera una moneda falsa, ¿Qué haríais?

– Se la devolveríamos a quien nos la dio, respondieron todos.

Entonces el sabio Budha les volvió a decir: “Señores Brahmanes, cuando se da algo a alguien y no se acepta la ofrenda, de quién es ésta, de quién da o de quién no acepta? – Los Brahmanes respondieron en coro: la prenda sigue siendo de quien quería darla. – Entonces, respondió el Señor Budha, vuestros improperios y vuestras infamias siguen siendo vuestros, porque yo no los acepto.

Un árabe se encontró un día con un Budhista. ¿Por qué no te quitas de mis pasos, le dice aquel a éste? ¿No ves que soy más importante que tu y que mi comitiva y mi ganado no puede esperar? Señor, respondió el Budhista, “todo esto es vuestro, pero el camino no lo es”.

El árabe se enfurece y dice: “Puedo hacer lo que me viene en gana. Miserable, te voy a hacer comer el polvo de la tierra que piso. Eres un insolente y un despreciable vago, un estúpido sin honor. No tienes nada y no sabes apreciar a tus superiores”. – El Budhista, sin mirarlo, contestó, Señor el camino es vuestro, por esto se postra a vuestras plantas; la naturaleza toda también es vuestra, mirad cómo se extasía ante vuestra presencia augusta y magnífica; hasta los bosques y las aves os entonan cánticos de loor. El cielo también se inclina ante vos, respetuoso y sumiso, noble Señor. Pero hay en mi una Conciencia que no habéis tomado en cuenta, algo que no veis en todo lo que os rodea, algo que no acertáis a comprender de ninguna manera, y es que lo que llamáis “vuestro” es pura ilusión y vanidad, vanas pretensiones que ose poseen a vos en vez de ser vos el poseedor. Yo soy más dichoso que vos, porque no soy esclavo de ninguna ilusión, de ningún deseo vano, de ninguna vanidad burda. Voy por el mundo, como dueño y señor de mi vida, hacedor de mi hado, nunca preocupado y siempre alegre. Ni vuestras altanerías ni vuestras ínfulas llegan a mí, ni me afectan sus dicterios….

El poeta lo ha dicho: “Un esclavo me ha injuriado. Para preservarme de sus insultos y proteger mi honra no le he respondido ¿Quién va a ponerse a morder a un perro que lo ha mordido? ………..

El ignorante siempre desahoga sus penas con blasfemias, insultos e infamias. No conoce otros medios. Además, es un esclavo de sus pasiones y de su vanidad que ni sabe reprimir ni esconder.

Pobre víctima de la insensatez…………… Swami Jñanakanda


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